Rivera tiene que hundir a Rajoy, y los dos lo saben
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Rivera tiene que hundir a Rajoy, y los dos lo saben

viernes 29 de diciembre de 2017, 06:25h

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Rajoy invita a Rivera a La Moncloa y hablan de los Presupuestos de 2018 y de la continuidad del 155 en Cataluña hasta que se forme el nuevo gobierno. El presidente del Ejecutivo quiere dar sensación de normalidad tras los resultados del 21D y el líder de Ciudadanos prefiere mantener su perfil de hombre de estado dispuesto a colaborar en la gobernanza de los asuntos públicos. Los dos ocultan su cruel realidad: para que el segundo consiga llegar a La Moncloa tiene que destrozar al primero; para que Ciudadanos se convierta en partido de gobierno tiene que conseguir que el PP se hunda, por sí sólo o con ayuda exterior.

Lo ocurrido en Cataluña puede ser el principio acelerado del fin de Rajoy y del PP o suerte un sueño de invierno para Rivera y los suyos. Lo que dicen las cifras en el resto de España tras las elecciones autonómicas de 2015 y 2016, y las generales de ese mismo último año, es que los populares dominan de tal manera el panorama político frente a su rival que, para dejarle ocupar su sitio y el poder, deberían derrumbarse internamente de la misma forma que hizo la UCD hace 35 años. Algo posible, pero muy poco probable. Y si pasara, el gran beneficiado, tal y como ocurrió entonces, sería el PSOE.

Paradojas de esta historia política de 2017: Rivera puede estar haciéndole el “trabajo sucio” a Sánchez sin quererlo. El crecimiento brutal que necesita Ciudadanos tendría una víctima, el PP. Y la Ley D´Hont castigaría a los dos en cada una de las circunscripciones electorales.

Miremos Comunidad por Comunidad y veamos la presencia que tiene Ciudadanos en cada una de ellas: en cinco de las mismas: Euskadi, Galicia, Castilla La Mancha, Canarias y Navarra no tiene ningún diputado en los respectivos Parlamentos; y en otras ocho no pasa de cinco escaños: Aragón, Castila y León, Extremadura, Baleares, Asturias, Cantabria, Murcia y La Rioja. Tan sólo tiene presencia reseñable, por supuesto en Cataluña, en la Comunidad de Madrid, en la Comunidad Valenciana e indirectamente por su apoyo minoritario a Susana Díaz en Andalucia. Muy poco bagaje para asaltar el poder con sus propios medios. Necesita, insisto, que el PP se pegue dos tiros, uno en cada pie.

Incluso en el caso de que Mariano Rajoy se equivocara gravemente y muchas veces - que no parece creíble por más que lo haya hecho en Cataluña - el resto del partido y de sus líderes territoriales tiene entidad suficiente para aguantar el desafío de Ciudadanos y mantener las siglas del PP en condiciones de ganar o ser segunda fuerza tras un hipotético ( y hoy por hoy difícil ) triunfo de la izquierda.

En Galicia la distancia de los populares respecto a la formación naranja es abismal. En Euskadi ocurre lo mismo. En Castilla La Mancha se repite la diferencia. Y/ así hasta las trece mencionadas antes. Con el agravante para Albert Rivera y sus candidatos electorales en las Comunidades en las que existen partidos más o menos nacionalistas, como en Canarias, en Navarra y en la Comunidad Valenciana es que estas formaciones se convierten en nun doble cerrojo para sus aspiraciones de alcanzar el poder.

En esta última Comunidad, por ejemplo, los trece escaños que tiene frente a los 31 del PP, en caso de que se “permutasen” los mismos, lo cual es muy difícil pero no imposible por la crisis de los populares con Isabel Boning al frente, perderían frente a los 56 del PSV, Podemos y Compromís. Y algo parecido debería ocurrir en la Comunidad madrileña con los 17 asientos que tiene en la Asamblea Ignacio Aguado frente a los 48 de Cristina Cifuentes. Tan sólo uno de diferencia frente al bloque de izquierdas, que se vería favorecido por el reparto de votos y los efectos ya mencionados de la Ley D´Hont.

Todos estos datos, sumas y efectos de división del voto, los conocen a la perfección en las sedes centrales de los partidos. Por eso los resultados de Cataluña no son extrapolables, hoy por hoy, al resto de España. Allí el PP ya era casi insignificante desde siempre. Ahora lo es más, pero los independentistas de Puigdemont y Junqueras les roban tanto a los populares como ahora a Ciudadanos una parte muy importante del voto de derechas, que es el que necesitan para conquistar la Generalitat.

Si Mariano Rajoy aguanta las embestidas de dentro y fuera de su partido, y no tiene más remedio que hacerlo para llegar al 2020, un año antes va a tener el más exacto de los sondeos para medir hasta dónde puede legar Ciudadanos: las elecciones municipales, autonómicas y europeas de 2019. Una ventaja respecto a sus adversarios y enemigos que no va a perder.

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